Jerzy Grotowski
Biografía
Jerzy Marian Grotowski (pronunciación en polaco, /ˈjɛʐɨ ˈmarjan grɔˈtɔfskʲi/; Rzeszów, Subcarpacia, Polonia, 1933 - Pontedera, Toscana, Italia, 1999) fue un innovador director de teatro y teórico polaco cuyos enfoques de actuación, formación y producción teatral han influido significativamente en el teatro moderno. Nació en el sudeste de Polonia en 1933 y estudió actuación y dirección en la Academia Ludwik Solski de artes teatrales de Cracovia y el Instituto ruso de arte teatral de Moscú. Debutó como director en 1957 en Cracovia con la obra de teatro Las sillas de Eugène Ionesco y poco después fundó un pequeño taller de teatro en 1959 en la ciudad de Opole. Durante los años 60, la compañía comenzó a hacer giras internacionales y su trabajo atrajo un interés creciente. A medida que su trabajo ganó mayor reconocimiento y reconocimiento, Grotowski fue invitado a trabajar en los Estados Unidos, y abandonó Polonia en 1982. Aunque la compañía que fundó en Polonia cerró unos años más tarde en 1984, continuó enseñando y dirigiendo producciones en Europa y América. Sin embargo, Grotowski se sintió cada vez más incómodo con la adopción y adaptación de sus ideas y prácticas, particularmente en los Estados Unidos. Entonces, en lo que parecía ser la altura de su perfil público, dejó América y se mudó a Italia, donde estableció el Centro de Trabajo Grotowski en 1985 en Pontedera, cerca de Pisa. En este centro continuó su experimentación y práctica teatral y fue aquí donde continuó dirigiendo la capacitación y los eventos teatrales privados casi en secreto durante los últimos 20 años de su vida. Sufriendo de leucemia y una afección cardíaca, murió en 1999 en su casa en Pontedera. Como teórico del teatro, incorporó un profundo tratamiento físico al psicologismo del método de actuación de Konstantín Stanislavski. Influido por Antonin Artaud y el teatro oriental, propugnó un teatro ritual, como ceremonia y liturgia, que se centraba en el actor y en la relación actor–espectador. Su concepción teatral está recogida en la obra Hacia un teatro pobre (1968), que ha influido notablemente en el teatro europeo. Radicalmente renovador, Grotowski rechazó la primacía del texto como base del arte teatral (sus adaptaciones de obras clásicas fueron libérrimas), así como los elementos escénicos tradicionales (iluminación, escenografía o vestuario, prácticamente ausentes en sus montajes, por considerar que desvían la atención de lo esencial). Su dramaturgia priorizó el trabajo actoral, a los que exigía un extraordinario esfuerzo físico y psicológico y la interacción con el espectador para conseguir su implicación y participación en la obra de teatro.